domingo, enero 22, 2006

Fin de semana del infierno

Supongo que a todos nos ha pasado alguna vez: las cosas están de lo más normal que podríamos esperar y de repente algo sucede que nos inestabiliza...me refiero a algo malo o molesto, lo peor de todo es que la cosa no se queda ahí, sino que una seguidilla de hechos de la misma indole se desata y somos víctimas de una sucesión de hechos desagradables.

Algo así me ha ocurrido a mi estos últimos días. Todo comenzó el viernes cuando un amorcillo no correspondido se encargó personalmente de abrir esas heridas que yo, a estas alturas de mi vida, ya creí cerradas. (maldito engendro del demonio, pero qué se ha creido!!!!!!!). Como era de esperarse, y aunque traté de enfrascarme en la lectura de uno de mis libros favoritos, cuando eran las 8 de la tarde y me miré en el espejo ya tenía los ojos como huevos. (Lo que más detesto de llorar es la capacidad increible que tienen mis ojos de hincharse, lo peor es que son casi imposibles de disimular).


A este doloroso incidente le siguió una noche llena de sueños feos que fue interrumpida por mis queridos progenitores quienes partieron muy temprano a pasar el fin de semana en el campo. Me esperaban dos días muy tranquilos, hasta podría haber organizado algún carrete... lo que no estaría fuera de lugar porque el martes había sido mi cumpleaños, pero comprenderán que ánimos de jolgorio no había.


El segundo incidente ocurrió el sábado por la tarde cuando me preparaba para mi paseo en bicicleta: mi reproductor mp3 no funcionó, justo cuando tenía ganas de descender al ritmo de James Brown... qué mejor mezcla para subir el ánimo: buena música y adrenalina por el cielo. Luego de maldecir desde Vucub caquix hasta Eros y pasando por Ra, fui a buscar a mis compañeras de ruta y nos fuimos hacia el bosque, ruta que habiamos decidido seguir hasta que se nos hiciera fácil.


Por supuesto mientras ascendía tuve tiempo para recordar cada uno de los cigarros que me fumé durante el año y lamentar no haber tomado la decisión de dejarlo antes (sólo hace tres semanas dejé de hacerlo), sin embargo llegar al final fue muy gratificante. Pero claro, Alá no había escrito en su libro que recordara esta salida por mis logros. Cuando ya habiamos comenzado el descenso la rueda trasera de mi bicicleta se pinchó y yo obviamente a esas altura lo único que quería era tirarme de cabeza por el corte del cerro. Tuve que cambiar mi bicicleta con una amiga que es más liviana para que no se dañara el interior de la rueda al bajar. Como verán el descenso no tuvo nada de adrenalínico y lo peor vino después cuando al llegar al pie del cerro tuve que hacer el resto del camino a pie: los seis minutos que nos demoramos en cruzar el bosque se transformaron en treinta.


Pero no podía quedar asi no más la cosa, cuando llegamos a la civilización mis brazos habían sido ferozmente atacados por los insectos y sólo se salvaron mis manos porque iban protegidas por los guantes.


Definitivamente no puedo quejarme de que en mi vida no ocurran cosas, pero no deja de sorprenderme el que puedan pasar tantas cosas molestas al mismo tiempo y a una misma persona. Sé que con sólo encender la televisión me daré cuenta que son sólo pelos de la cola en comparación a los grandes conflictos políticos o económicos que aquejan al mundo, mas nadie me puede decir que estas pequeñas cosas no son todo un reto a nuestro sentido común, detalles que ponen a prueba el temple de nuestro carácter y que son en verdad las reveladoras de la fortaleza que seamos capaces de demostrar.


Por mi parte, sólo hay una que en este momento que quita el sueño* .... la pomada anestésica no me está haciendo efecto y ¡diablos como pican esas ronchas!!!.-




* Es una perdida de tiempo pasarlo mal por cosas que en ralidad no tienen vuelta, creo.

9 comentarios:

Fernanda dijo...

Hola, creo que por primera vez en la vida soy la primera en postear en tu popular blog. Bueno, realmente me sentí mal al leer sobre tu fin de semana: creo que me suena haber vivido algo parecido, no recuerdo cuándo.

Prometo que apenas tenga tiempo y deje de estar arreglando cosas aquí voy a hacer algo por mi blog. Chau!

Anónimo dijo...

Lamentable!
Creo que ha llegado la hora de empezar a demostrar ese "aplomo" que decías antes.
Pero prepárate, de seguro vendrán días mejores.
Cariños, Eve.

romina dijo...

uhuhuhuuuuu!!!

siiiiiii,las cosas desagradables tienen algo especial: nunca, nunca ocurren solas, y mientras más desagradables, más poder tienen de atraer otras peores. Es más, hay algunas (en envase humano), que tienen el poder de arruinarte el ánimo durante mucho tiempo. El tema es, cuánto poder les entrega uno...

Pero veo que eres sabia, tu frase final es una de las grandes verdades del mundo. Vamos que se puede!!!

Que todos los dioses te protejan de nuevas fatalidades, jajaja

bye!

Luis Risco dijo...

Tengo la impresión de que uno atrae o construye la onda. No quisiera entrar en alguna onda esotérica o similar, pero una y otra vez he visto en la gente (y en mí) que la realidad y sus acontecimientos se organizan según el feeling en que ando.
Suerte con el feeling. Olvidar viejos y nuevos amores que no van a ninguna parte suele ayudar. Un abrazo

Luis.

Anónimo dijo...

Hace un rato trate de postiarte, pero la cosa no funcaba.
Bueno amigui, a pesar de lo mal que lo hayas pasado, sé que has tenido dias peores pq varios de ellos los hemos vivido juntas. Lo bueno es que son aquellos los que te enseñan lo que es la felicidad y la tranquilidad. Mire pa delante nomas y de vez en cuando cantese unos heraldos negros que de seguro te dan una buena dosis de aplomo

Luis Risco dijo...

¿En serio lo del libro? Si se puede ayudar en algo... ya sabes.
Saludos socia

Luis.

Natho47 dijo...

Concuerdo con Risco,los malos momentos
ocurrren màs cuando andamos cargados con vibras negativas,arriba el ànimo y fuerza.

Karolina dijo...

Parece que es verdad que las desgracias vienen de a tres...

Ánimo!, todo pasa.

Anónimo dijo...

yyyyyyyy???... Ondes tay?