jueves, julio 05, 2007

Desde lejos




Supongo que esto será leído sólo por mi.

Hace tanto que no escribo que creo que ya he perdido el hábito y tratar de hilvanar toda la historia desde que defendí mi tesis hasta el día de hoy se me vuelve un trabajo complejo. Sin embargo, haremos lo que se pueda.

Para comenzar, estoy hace casi tres meses en Copiapó haciendo un reemplazo a una profesora que estuvo embarazada. Sí, debí estar medio loca cuando me ofrecieron venirme desde Concepción, pero al fin y al cabo ha sido una experiencia interesante; sobretodo eso de vivir sola y no tener que rendirle cuentas a nadie con excepción de tu jefe.

Además del viaje de cuatro millones de horas que tuve que hacer y la sensación de mareo que me duró toda la primera semana, lo que más me llamó la atención fueron los cerros. Esta cuidad está en medio de una cadena de grandes y calvos cerros. Digo calvos porque no tienen, como en conce, un solo árbol, ni siquiera tienen un pastito; estos cerros son pura piedra, grandes rocas que muy puntiagudas rodean un valle en medio del cual corre, atravesándolo, un río: totalmente seco!!!!!! Es que cuando me enteré que el río Copiapó ya no era más que un peladero donde de vez en cuando se producen incendios casi me fui de espaldas e inevitablemente pensé en el biobio que tiene puentes de un par de kilómetros. La paradoja en su máxima expresión.
El colegio, uno bastante top de la región.

Las personas, en este punto hay que hacer diferencias.

Los copiapinos son como las.... de todas las ciudades que he visitado, es en esta en la cual he encontrado la gente que más mal te trata. Ni hablar de las tiendas o la locomoción colectiva, y ni hablar de los alumnos. A este lugar le hace falta un poco de calor del sur, la hospitalidad no se conoce y la gente casi no te saluda y menos de beso.

Los profesores del colegio, sin comentario. (Exceptuando a casi todas las colegas del departamento al que me corresponde, claro está. Ah y alguna que otra de historia, matemáticas o filosofía).

Ha sido entretenido andar por las calles y no ubicar a nadie, jamás encontrarte con algún conocido (Salvo la vez que me encontré uno en un barucho). A ver, sobre esto quiero aclarar que sólo fue al principio porque después tenía que andar cuidandome de no carretear en los mismos lugares que mis alumnos, ya que "no es bien visto de una profe que recién se está haciendo su reputación en un colegio medio jodido en la materia".

Esto tiene su lado malo también, ya que hubo días en los que me sentía muy sola, a tal punto que a las siete de la tarde ya estaba tratando de dormir para matar el tiempo. Días de decadencia, claro está.

En casi quince días pase de ser estudiante a estar inmersa en el mundo laboral. Tuve que buscar una AFP que me robara, pagarle al fondo nacional de salud para tener derecho a atención que cuando me quede cesante en algunas semanas más ya no podré utilizar y como ya no tenía a mi mamá cerca he tenido que solucionar todas mis necesidades, las que solo ahora me di cuenta eran muchas. Hay que ver como gasta una mujer y mencionando sólo lo básico: shampoo, balsamo, crema de peinar, jabon de cara, toallas higiénicas, protectores diarios, pasta de dientes, cepillo de dientes, desodorante, crema hidratante, reparador de puntas, perfume, crema de manos, jabon para la ducha y para las manos, etc. Y eso que yo casi no uso maquillaje.
Y ni hablar de lo que dejé en conce. Mi familia, mis amigos y mi pololo con el que cumplí un año de relación hace algo más de un mes. Lo bueno es que este viernes me voy de vacaciones a mi casa y los volveré a ver.
Esto ha resultado un escrito con muchas ideas, pero sin cohesión. Mis disculpas.

lunes, marzo 19, 2007

Dedicatoria


Ya ni me acuerdo cuándo fue la última vez que actualicé mi blog, pero de ese momento hasta ahora - y como es cada vez más evidente en mi vida- el tiempo no ha volado, sino que se ha disuelto en un mar de acontecimientos. De nada sirvieron las amargas letras vertidas sobre tantas páginas en las que los dueños de la razón lloraban el tiempo perdido, lamentando su fugacidad, porque el reloj sigue su eterno tic tac tic tac tic tac como esferas que ruedan en una pendiente.

Ya me puse María Milagros para mis cosas.

Y quién es esa mina dirán quienes han tenido la gracia o desgracia de haber venido a parar a esta página. Pues de eso les quiero contar.

Como iba diciendo, ha pasado mucho tiempo y aunque no parezca racional mis compañeras y yo pasamos todo el verano terminando lo que no hicimos durante el año por muchos y bien justificados motivos: terminar la tesis. La que en este momento ya fue entregada a la comisión y que esperamos defender en el plazo de una semana si Diós se hace el sordo y le entra la diablura de una vez por todas a la burocracia universitaria.

El tema, un análisis de Puertas verdes y caminos blancos de Chela Reyes, cuya protagonista lleva el nombre de María Milagros y con quién, creo termine identificandome un poco, ya que es una niña con la cabeza muy en las nubes y con un razonar extraño. Dije que iba a hablar de ella, pero en realidad lo haré de todos los procesos que la rodean y esta misma tesis que he hecho con dos compañeras más.

Hacer una tesis grupal es bastante complejo, ya que no es la opinión de una sola persona la que se vuelca en el papel, sino que una síntesis de todo un proceso de discusión y análisis previo a una primera redacción, la que se hará pedazos en la correción y producirá un texto absolutamente diferente al final. Claro que el resultado es lo suficientemente interesante como para darte cuenta de que todo vale la pena en el plano intelectual y si te límitas a evaluar el trabajo mismo. No obstante, hay cosas que se pierden, cosas importantes de esas que no se pueden recuperar, ya que han sido quebradas dentro nuestro y simplemente no te quedan ganas de hacerlo.

Es un abrir los ojos doloroso como todo cambio de estado.

El haber terminado el documento no sólo significa una nota, sino que es la puerta de entrada al gran final de 20 años de estudios, en mi caso al menos; y es poner un pie en el mundo laboral... o como dicen por ahí ser una cesante ilustrada.

Definitivamente esta entrada no es ni para escribir sobre la María Milagros, ni para hablar de las implicancias del trabajo grupal, esta entrada es para agradecer, porque no puedo echarme a la espalda el hecho de que si estoy en este momento escribiendo a punto de titularme es gracias a mis padres.

Creo que no importa si estoy bien o mal con ellos en este momento o si les interesa o no el hecho de que ya haya logrado terminar. No puedo olvidar que muchas veces se quedaron hasta tarde enseñandome a leer o sumar, no puedo olvidar que mi papá se dió el trabajo de aprender a bordar para ayudarme a avanzar y me obligó a no botar un ramo cuando yo ya lo daba por perdido. No puedo olvidar que mi mamá, con su ejemplo de vida, me enseñó que ante cualquier dificultad siempre es mejor seguir y a agradecer lo que ellos me brindaron y que a ellos les faltó.
Cómo olvidar que apoyaron cada una de mis ocurrencias como abandonar cuarto medio en septiembre o irme en medio del año escolar de viaje y me defendieron de las profesoras que no daban ni un peso por mi.

Por eso y porque yo no sería yo sin su influencia, quiero dedicar a ellos la tesis que terminamos hace una semana.

Qué más podría hacer, trabajar y pagar mi deuda en dinero y objetos vanos? o tomar consciencia y ver en perspectiva que solo gracias a ellos hoy estoy aquí.

Tampoco puedo dejar de agradecer a Mabel que pasó su casa como punto de encuentro para poder trabajar cuando la universidad cerró, demostrandonos que siempre es posible hacer algo más cuando de tus amigos se trata. Ni la disposición a escuchar mis rabietas contra el mundo y los que no me quieren entender de Marco y todo el aliento que este me dió en esos momentos (consciente o inconscientemente).

Gracias Eve por entender mi forma de pensar, por ponerme los pies en la tierra más de una vez, aunque me doliera, cuando ya nos ibamos.

Un entrada con intenciones en evolución.