lunes, mayo 29, 2006

Paradoja médica


Históricamente la palabra médico ha ido de la mano de un profundo y sincero aire de reverencia, es que estos super heroes de nuestra vida supieron ganarse el respeto que su profesión merece. Porque para qué estamos con cosas si cuando se trata de nuestro pellejo o el de los que queremos, somos capaces de venderle el alma al diablo. Incluso en la literatura ocurre esto: ante el "doctor" agacha el moño hasta el personaje más tosudo, claro que algunas veces sus esposas les han puesto el gorro, pero eso es matería de otros pasteles.

Qué sería de nosotros sin la figura semidiosa del médico que lucha con el temible thanatos, que nos recibe en su consulta (cuando tenemos la suerte de poder acceder a ella), que nos sube a la camilla y luego de enterarse de nuestras verdades menos románticas nos dan un papelito con los medicamentos prescritos que nos llevarán a la, tan anhelada, mejora. Y es en ese momento cuando se le agradecen los años de universidad bien aprovechados y los constantes cursos, postitulos y posgrados a los que deben someterse para poder ir al día en sus conocimientos.

Yo siempre les he guardado el respeto que se merecen, el mismo respeto que tienen todas y cada una de las demás profesiones, claro está. Sin embargo, ultimamente he descubierto que no todo es tan honorable en ellos y que esta profesión se ha visto comercializada y alejada, muchas veces de fines nobles....,pero esto pasa con todo lo relacionado con la salud: hay que ver lo costosos que son los tratamientos, las consultas hasta el punto de pensar que es un lujo el enfermermarse. Y a esto hay que agregarle que los personajes que entran a la carrera no siempre tienen claro la vocación de servicio que es necesaria para esta profesión. El médico está al servicio de las personas y no estas sujetas a sus caprichos financieros.

Hace algunas semanas me encontré, de camino a mi casa, con un antiguo conocido que en estos momentos está en cuarto año de médicina y después de hablar las típicas trivialidades que caben entre dos persona que nos son amigos, todo iba de lo más bien hasta que comenzó a hablarme de su internado en el hospital regional de conce, sinceramente si no existiese la diplomacia yo le habría dicho el asco que me daban sus comentarios.

No puedo creer que una persona que dedicará su vida a la medicina se ria de que sus pacientes no puedan pronunciar bien el nombre de los medicamentos -como si fuese culpa de ellos el no haber podido acceder a más o mejor educación- y que muy suelto de cuerpo me cuente como él y sus compañeros se burlaban de una señora por su aspecto físico; lo más penoso fue cuando dijo que la señora en su inocencia les hacia más gracias al verlos reirse. Como si fuera fácil encontrarse en un hospital, sólo, teniendo que dejar que te examinen extraños y más encima que se burlen de tu físico, de tu condición social. Me dió verguenza ajena escucharlo: se sentía tan superior, tan por sobre esas personas... como si ellas viviesen en un mundo diferente, "pintoresco", alejado del de él.

Hablando sobre el tema con una amiga que es enfermera, me contó que la risa ayudaba a disminuir la impresión que produce la visión de pacientes con heridas sangrantes, por ejemplo. Esto es un mecanismo que se acepta, no es terrible si una de las personas que practica un tratamiento se rie un poco, el verdadero problema se produce cuando el elemento risible es el paciente mismo por que resulta que existe algo que se llama dignidad y esta es una parte de la persona que nadie tiene derecho a violentar.

La verdad es que me desagrada la idea de ir al médico y que este me trate con una falsa amabilidad mientras por dentro este hace una fiesta con mis defectos, como si fuese mi culpa que mi persona no le agradace.

De todo hay en la viña del señor y no puedo dejar de mencionar que a pesar de haber personas de muy "mala leche", también las hay con una gran vocación de servicio y que hacen de su profesión un apostolado digno a ser imitado por quienes siguen el mismo camino. Mis más sinceras felicitaciones a quienes resultan ser indispensables para una sociedad en la que los valores intrinsecos de la persona se están dejando cada vez más de lado en pos de una mercantilización en todos los ámbitos y especialmente el los de servicios. Y estas son en la misma medida que mi rechazo y repudio a quienes incurren en prácticas que vulgarizan su propia persona, al fin y al cabo.

Lindos y feos, grandes y bajos, pobres y ricos tenemos derecho a salud y respeto.... no lo cree?