lunes, marzo 19, 2007

Dedicatoria


Ya ni me acuerdo cuándo fue la última vez que actualicé mi blog, pero de ese momento hasta ahora - y como es cada vez más evidente en mi vida- el tiempo no ha volado, sino que se ha disuelto en un mar de acontecimientos. De nada sirvieron las amargas letras vertidas sobre tantas páginas en las que los dueños de la razón lloraban el tiempo perdido, lamentando su fugacidad, porque el reloj sigue su eterno tic tac tic tac tic tac como esferas que ruedan en una pendiente.

Ya me puse María Milagros para mis cosas.

Y quién es esa mina dirán quienes han tenido la gracia o desgracia de haber venido a parar a esta página. Pues de eso les quiero contar.

Como iba diciendo, ha pasado mucho tiempo y aunque no parezca racional mis compañeras y yo pasamos todo el verano terminando lo que no hicimos durante el año por muchos y bien justificados motivos: terminar la tesis. La que en este momento ya fue entregada a la comisión y que esperamos defender en el plazo de una semana si Diós se hace el sordo y le entra la diablura de una vez por todas a la burocracia universitaria.

El tema, un análisis de Puertas verdes y caminos blancos de Chela Reyes, cuya protagonista lleva el nombre de María Milagros y con quién, creo termine identificandome un poco, ya que es una niña con la cabeza muy en las nubes y con un razonar extraño. Dije que iba a hablar de ella, pero en realidad lo haré de todos los procesos que la rodean y esta misma tesis que he hecho con dos compañeras más.

Hacer una tesis grupal es bastante complejo, ya que no es la opinión de una sola persona la que se vuelca en el papel, sino que una síntesis de todo un proceso de discusión y análisis previo a una primera redacción, la que se hará pedazos en la correción y producirá un texto absolutamente diferente al final. Claro que el resultado es lo suficientemente interesante como para darte cuenta de que todo vale la pena en el plano intelectual y si te límitas a evaluar el trabajo mismo. No obstante, hay cosas que se pierden, cosas importantes de esas que no se pueden recuperar, ya que han sido quebradas dentro nuestro y simplemente no te quedan ganas de hacerlo.

Es un abrir los ojos doloroso como todo cambio de estado.

El haber terminado el documento no sólo significa una nota, sino que es la puerta de entrada al gran final de 20 años de estudios, en mi caso al menos; y es poner un pie en el mundo laboral... o como dicen por ahí ser una cesante ilustrada.

Definitivamente esta entrada no es ni para escribir sobre la María Milagros, ni para hablar de las implicancias del trabajo grupal, esta entrada es para agradecer, porque no puedo echarme a la espalda el hecho de que si estoy en este momento escribiendo a punto de titularme es gracias a mis padres.

Creo que no importa si estoy bien o mal con ellos en este momento o si les interesa o no el hecho de que ya haya logrado terminar. No puedo olvidar que muchas veces se quedaron hasta tarde enseñandome a leer o sumar, no puedo olvidar que mi papá se dió el trabajo de aprender a bordar para ayudarme a avanzar y me obligó a no botar un ramo cuando yo ya lo daba por perdido. No puedo olvidar que mi mamá, con su ejemplo de vida, me enseñó que ante cualquier dificultad siempre es mejor seguir y a agradecer lo que ellos me brindaron y que a ellos les faltó.
Cómo olvidar que apoyaron cada una de mis ocurrencias como abandonar cuarto medio en septiembre o irme en medio del año escolar de viaje y me defendieron de las profesoras que no daban ni un peso por mi.

Por eso y porque yo no sería yo sin su influencia, quiero dedicar a ellos la tesis que terminamos hace una semana.

Qué más podría hacer, trabajar y pagar mi deuda en dinero y objetos vanos? o tomar consciencia y ver en perspectiva que solo gracias a ellos hoy estoy aquí.

Tampoco puedo dejar de agradecer a Mabel que pasó su casa como punto de encuentro para poder trabajar cuando la universidad cerró, demostrandonos que siempre es posible hacer algo más cuando de tus amigos se trata. Ni la disposición a escuchar mis rabietas contra el mundo y los que no me quieren entender de Marco y todo el aliento que este me dió en esos momentos (consciente o inconscientemente).

Gracias Eve por entender mi forma de pensar, por ponerme los pies en la tierra más de una vez, aunque me doliera, cuando ya nos ibamos.

Un entrada con intenciones en evolución.